google.com, pub-3203112023288116, DIRECT, f08c47fec0942fa0

RINCÓN POLIGLOTA

Leer En Los Cavernicolas

viernes, 3 de abril de 2015

LA DIMENSIÓN DEL SER HUMANO Y EL IMPERATIVO DE LA PAZ

 Por Román Torres Redondo                           

El paso del tiempo gestando las edades nos muestra lo fugaz  de todo lo existente, nuestra vida muy en breve mudándose en su forma perderá su ardor como llama que se extingue, rauda, navegando en las olas del pasado, solo el ejemplo de nuestras más vitales acciones quedarán como huellas, con la esperanza renovada de vislumbrar otros caminos y plantar nuevas semillas en el inagotable erial de la existencia. 

Si nos detuviéramos un instante como acompasando las horas, a ver con los ojos de la imaginación, a mirar hacia lo alto, a escudriñar las estrellas, y a extasiarnos con la grandeza del universo del que somos parte. Una partícula prodigiosa, mutable y fantástica, si dejáramos de lado lo insustancial y superfluo y volcáramos nuestra inteligencia y sabiduría hacia lo esencial y de significado profundo, y si fuésemos menos soberbios seriamos más felices y haríamos más armoniosa la existencia.  

En la búsqueda de ideales que conduzcan al ser humano a nuevos paradigmas debemos interiorizar y afianzar de manera profunda enseñanzas que deben ser nuestra guía como un ideario que debemos cuidar y sobre todo poner en práctica, donde el ser humano debe ser el fundamento de las más altas aspiraciones que nos conduzcan a la edificación de una sociedad donde la justicia resplandezca, teniendo como fundamento la paz, y podamos compartir  lo que la madre naturaleza nos brinda, fruto del trabajo humano y la experiencia acumulada, para el disfrute y satisfacción de hombres y mujeres sin exclusión alguna. 

Rechazando de manera vehemente como un atropello a la dignidad la desigualdad que cercena sus más elementales derechos y los margina, desconociendo que el ser humano en dura batalla a través de los siglos ha transcendido modificando su medio y adaptándolo a sus necesidades, configurando por medio de la praxis su propia existencia y la sociedad humana.  

Para que estas aspiraciones se conviertan en realidad se requiere modificar todo lo que atente contra el bien común, no seguir pregonando el concepto maniqueo de unos individuos buenos y otros malos que no quieren la paz y por ese motivo tenemos guerras en el seno de la sociedad.   

Este falaz concepto de la lucha del reino del bien contra el mal convertido en categoría por medio de la superstición, mediante el cual se ha exterminado a millones de seres humanos a lo largo de la historia, soslayando las verdaderas causas y motivaciones de tan horribles genocidios.  

Con el propósito de dar mayor fuerza a estas ideas sobre el origen de la guerra citaremos al pensador Helvetius, quien apartándose del concepto ser humano en abstracto dijo:  

«Los hombres no son perversos sino que están sujetos a sus intereses, si lográramos crear una sociedad donde nadie pudiese proporcionar su propio bien sin antes hacer el bien común, delinquirían los locos»  

Debemos decir que para alcanzar la paz es necesario que todos los asociados gocen de libertad y satisfagan sus necesidades, así como el ser humano transciende en el tiempo, también sus aspiraciones adquieren nuevas dimensiones en el curso de la historia, sin el logro de una cultura avanzada y un pensamiento científico, no sólo para una minoría sino para toda la colectividad, es imposible erradicar prejuicios donde el principio de soberanía es utilizado para alentar el odio y la xenofobia por quienes se lucran con la guerra. 

No permitamos que a nombre de la patria se inculque el enfrentamiento y se magnifique el intervencionismo,  manipulando la conciencia colectiva y exacerbando los odios, haciendo ver a nuestros hermanos como enemigos.         

Al conocer nuestro pasado histórico es inconcebible que aún persistan tan profundas diferencias que excluyen y niegan a los demás lo que les pertenece, sin la supresión de esta cruel realidad es imposible que el monstruo de la guerra desaparezca de sobre la faz de la tierra y los hombres dejemos de enfrentarnos. 

¿....delinquirían los locos?:Helvetius
Con el fin de demostrar de manera rigurosa que la guerra no es un sino trágico de la humanidad, debemos traer a colación las investigaciones de tipo biológicas, antropológicas e históricas que nos demuestran que la esencia humana, es una categoría histórica, fruto de la praxis y del proceso en el cual está implícito como ser social en su desarrollo.   

A manera de síntesis debemos conocer la declaración sobre la violencia redactada por un comité de académicos internacionales en el Sexto Coloquio Sobre la Agresividad y El Cerebro Humano, en la Universidad de Sevilla España.
Quienes nos dicen:  

«La guerra es biológicamente posible, pero evitable como lo evidencia su variación en cantidad y naturaleza tanto en el tiempo como en el espacio, hay culturas que han combatido por centurias, y otras culturas que han participado en guerras pero en otras no».  

«Es científicamente incorrecto decir que la guerra o algunas otras conductas violentas están genéticamente programadas en nuestra naturaleza humana».  

«Es científicamente incorrecto decir que la guerra es causada por el instinto, o algunas motivaciones simples» 

«Concluimos que biológicamente la humanidad no está condenada a la guerra y que puede estar libre de la servidumbre del pesimismo biológico y puede con confianza emprender una necesaria tarea transformadora en los años por venir». 
La paz brotará cuando borremos de nuestras vidas las funestas ambiciones e inculquemos en los humanos el entusiasmo y la generosidad. 
La Guerra no se da en lo Genético...
Proclamemos la victoria de la paz ensalzando el culto por los héroes que sin tregua ni descanso levantan como espadas sus brazos contra la opresión el olvido y la violencia. 
  
Como el arado abriendo surcos alcémonos victoriosos por la paz en lucha frontal contra la superstición y la ignorancia. 
Difundamos el anhelo de bienestar a la humanidad sedienta de justicia y entonemos la plegaria por la paz juntando como enjambres nuestras voces hombres y mujeres sobre la tierra.

LECTURAS MODERNAS